A partir de ahora mi inocencia ha muerto III La pesada bola de hierro pasó a su lado, Adrián sintió como la ráfaga de viento agitaba ...

War: Episodio 19

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A partir de ahora mi inocencia ha muerto III




La pesada bola de hierro pasó a su lado, Adrián sintió como la ráfaga de viento agitaba su cabello. Se preguntaba sobre el estado de sus hermanos, confiaba en que supieran manejar la situación. Esta era la primera vez desde que Padre los había adoptado que tenían que pelear por su supervivencia.
Sabía que Circe se enfrentaba a la chica de la katana. Aunque ya suponía el resultado, su hermana sabía perfectamente como derrotar a un espadachín, no podía dejar de sentir aprensión por su bienestar.

De Rubén no había tenido noticias y tampoco las esperaba. Él siempre había tenido esa tendencia a intentar solucionar sus problemas por su cuenta, ya en casos extremos recurría a sus hermanos. No recibiría noticias de él a menos que fuera muy importante.

La chica avanzaba hacia él haciendo girar la cadena. Adrián regresó sus pensamientos a la batalla, cualquier distracción le podría costar la vida. Por el momento se mantenía alejado. El chico necesitaba estar cerca de ella para poder hacerle daño, y ella muy buena para mantenerlo a distancia.

La esfera salió disparada hacia él, esta vez fue lanzada con una patada de la chica, Adrián la esquivó de manera instintiva, pero en el último instante la chica la hizo cambiar de dirección. El golpe le dio en el pecho con una fuerza que lo derribó.

Las katanas salieron despedidas de sus manos, la esfera regreso con velocidad hacia su atacante y nuevamente fue lanzada hacia él, sólo que ahora trazaba una caída vertical que iba dirigida hacia su pecho. Adrián giró sobre sí mismo, mientras la esfera golpeaba el suelo con fuerza, el sonido del impacto resonó en el templo abandonado. En su giro Adrián, logró sujetar una katana y ponerse de pie de un salto.

Una leve nube de polvo se levantó junto la esfera y la acompañó como una cola cuando regreso a su acostumbrada órbita circular junto a la chica. La chica comenzó a hacer girar el otro extremo de la cadena, preparándose para lanzarlo.

Adrián podía intuir que el siguiente movimiento de la chica sería usar el otro extremo de la cadena para sujetarlo y tratar de restringir sus movimientos. Se lanzó hacia ella, tenía que comenzar a atacarla si quería ganar, no debía prolongar mucho la batalla. Debía encontrar a Daniel y Padre cuanto antes.

La esfera de metal pasó a su lado tratando de detenerlo en su carrera, el otro extremo de la cadena siguió a la esfera en su ataque, esta vez Adrián tuvo que usar la katana para desviarlo. Cuando llegó con su oponente, trazó un arco en diagonal pero tintineó del acero al chocar le indicó que ella había usado la cadena como un escudo al extenderla frente a él. Había confiado en que ella era mala al defenderse una distancia tan corta. A pesar de ello aún tenía posibilidades de lograr su objetivo.

El chico le soltó una patada en el estómago, como ella tenía las manos ocupadas en tensar la cadena no pudo evitar el golpe y el impulso la hizo retroceder mientras daba traspiés. Sin darle tiempo a recuperarse, Adrián fue tras ella y le lanzó un corte con la katana, la pierna de ella fue la que resintió el ataque, una fina línea roja comenzaba a dibujarse en sus pantalones amarillos.

Ignorando el dolor, la chica se acercó a Adrián y pasó la cadena alrededor de los brazos que sujetaba la katana. El acero presionó con tanta fuerza las muñecas de Adrián que no pudo reprimir un gesto de dolor, evitó a toda costa soltar su katana.

La chica tiró de la cadena hacia abajo, por lo que chico siguió la misma trayectoria que la cadena, pero fue detenido por una patada de la muchacha que le puso un doloroso alto a su descenso. El dolor se hizo presente en su barbilla con una intensidad que Adrián comenzó a considerar la posibilidad de que su mandíbula estuviera rota.

Sin soltarlo, la chica lo lanzó hacia un muro. El impacto contra el derruido muro provocó que la katana escapara de su mano. La ligereza sobre sus manos le indicó que la presión sobre sus muñecas había disminuido, seguramente la chica había soltado la cadena cuando lo lanzó.

Adrián dejó que la cadena se deslizara por sus muñecas hasta que pudiera tomarla entre sus manos, sintió un leve tirón, la chica se preparaba para seguir atacando.

Usando toda su fuerza, el joven tiró de la cadena, contaba con que la chica de la sorpresa no la soltara. Para su alegría, la chica se dejó llevar por la cadena, ni siquiera hizo un intento por detenerse, al parecer no esperaba que Adrián se recuperara tan rápido.

Apenas la tuvo a su alcance, Adrián le dio una patada que alcanzo a la chica en el estómago y le sacó el aire. Consciente de que ella no tardaría en recuperarse, se agachó, e ignorando el estallido de dolor que le provocó el hacerlo, tomó la katana. Un leve mareo lo detuvo por un instante, aún así se lanzó contra la chica.

Su katana atravesó el estómago de la chica, ella fue incapaz de pronunciar palabra y sus manos se congelaron el intento de retirar la katana. Cayó de rodillas, mientras un hilo de sangre caía de su boca, la mano de Adrián soltó la katana y la observó impasible.

El cuerpo al golpear el suelo produjo un suave sonido que los muros del templo se encargaron de magnificar con ominosa intensidad. Extrajo su katana del cuerpo de la chica y la limpió con su ropa.

Había descuidado muchos de los movimientos de ella, una imprudencia que no podía ignorar. Tenía que concentrarse si quería rescatar a su novio y a su padre. El hecho de sentir que algo que no cuadraba en el problema en el que estaba metido, lo estaba sacando de quicio. Sentía que sólo era una pieza la que faltaba para poder darle sentido a todo.

Mientras que recogía la otra katana su transmisor emitió un chirrido que rebotó en los muros vacíos del templo.

—Ya vi a Padre —le informó la voz de Rubén—. Está en el patio que se conecta con el edificio por el que entramos. 



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