Lo había dibujado en un niño en una clase en la que la voz del profesor era tan aburrida que sus palabras se perdían con facilidad. No ...

Miércoles de minirelatos: Una sonrisa

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Lo había dibujado en un niño en una clase en la que la voz del profesor era tan aburrida que sus palabras se perdían con facilidad. No había tardado mucho, unos cuantos trazos y el garabato de un humano se alojó en los ladrillos del muro.

El niño lo contempló orgulloso de su obra. Unas delgadas líneas servían de piernas y brazos que eran unidas por una temblorosa línea que representaba su tronco y que sostenía un círculo en el que un par de puntos le regresaban la mirada.

"Jun" decidió el niño que sería el nombre del garabato. Después se dio cuenta que Jun necesitaba una boca y le dibujo una sonrisa.

Así fue como comenzaron los días de Jun. Día tras día, veía a su niño tratar de prestar atención a las clases o dedicarle miradas furtivas a la niña que le gustaba. El niño tampoco lo descuidaba, cuando veía que alguna de sus extremidades se comenzaba a desvanecer, la dibujaba de nuevo. No paso un día sin que el niño verificara el estado de su creación.

Con el tiempo, Jun fue capaz de aprender a leer a su niño, cada mirada, cada movimiento le indicaban el estado de ánimo de su niño. En ocasiones cuando lo veía muy triste, Jun le sonreía para levantarle el ánimo. Su niño respondía su sonrisa con otra sonrisa.

Esos días fueron los más felices para Jun, únicamente opacados por los días en que la escuela cerraba y su niño no podía visitarlo.

En invierno, cuando la escuela cerró por vacaciones los directores instruyeron al personal de limpieza a someter a una limpieza concienzuda la escuela. Una mujer de intendencia, pasó la esponja mojada por Jun y sus extremidades se emborronaron en manchones de tinta. A pesar de todo, la intención de la mujer no había sido borrarlo, porque no puso mucho esfuerzo en ello. Lo dejó seguir existiendo como un cuerpo informe en el muro. Desde ese día Jun temió todos los días siguientes que alguien regresará a borrarlo. Pero no fue así.

Pasadas las vacaciones, su niño regresó. Al verlo emborronado, su niño se apresuró a repasar con una pluma sus débiles extremidades para regresarlo a su forma original. Sintió como la punta de la pluma raspaba un poco del muro y lo grababa en el ladrillo.

Su niño tuvo más cuidado en seguir grabándolo en el muro, para asegurar su supervivencia. Y Jun le estuvo agradecido.

Pasaron los meses y llegó otro momento de vacaciones en el que nuevamente fue emborronado. Sin embargo, no tuvo miedo confiaba en que su niño regresaría para completarlo de nuevo.

Cuando el salón estuvo ocupado de nuevo, descubrió con tristeza que su niño no había regresado. Incluso varios de los niños que habían sido compañeros de su niño tampoco se encontraban ahí. Un nuevo grupo de alumnos ocupaba el salón. El niño que se sentó a su lado, ni siquiera se molestó en dirigirle la mirada. Jun sintió que desfallecía, aún así, mantuvo la esperanza de que alguien lo notaría y lo dibujaría de nuevo.

Para su tristeza el tiempo pasó y nadie le dirigió una mirada. En las siguientes vacaciones la señora de intendencia volvió a aparecer y esta vez lo borró por completo. Lo único que quedo de Jun fueron los trazos tallados en el ladrillo.

Un buen día ella llegó. Jun no recordaba cuántos niños habían pasado por ese lugar, desde hace tiempo que le había dejado de importar las personas que se sentaban a su lado. La niña no representó un cambio excepto por una cosa. Ella lo veía o veía en su dirección. Con su pequeña mano, tocó donde había estado el cuerpo de Jun y con la punta de sus dedos recorrió los trazos escondidos en el muro. Ella se emocionó al descubrir los vestigios de Jun.

Después, tomó su pluma y con fuerza repasó las líneas. Completó las extremidades de Jun y las unió con el tembloroso tronco, que coronó con su cabeza. Jun sintió como la vida volvía a él. Después de tanto tiempo abandonado, por fin alguien le prestaba atención y lo hacía existir. Era una sensación que creía perdida.

Ella colocó los dos ojos que estuvieron completos hasta que la sonrisa los acompañó. Una vez que la sonrisa de Jun estuvo en su lugar. Ella le devolvió la sonrisa, como si Jun fuera un amigo hace tiempo perdido.


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