Viajar en el tiempo siempre pareció una buena idea. Siempre soñé con tener esa habilidad, aunque cuando tenía menos de veinte, sólo era ...

El día en el que el tiempo se rompió

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Viajar en el tiempo siempre pareció una buena idea. Siempre soñé con tener esa habilidad, aunque cuando tenía menos de veinte, sólo era para divertirme o ganar apuestas como en Volver al Futuro II, después de los veinte, mis objetivos eran otros, como los de muchos después de los veinte, regresar al pasado y cambiar mi vida. Tomar esos besos que no me atreví a tomar, elegir esos caminos que no tomé por flojera, evitar esos momentos vergonzosos, aunque claro, no lo hacía yo… bueno, era yo, pero no la versión del futuro que podía pasear en el tiempo, era mi versión del pasado, la que no conocía el remitente de los mensajes de texto que guiaban sus pasos o el joven que parecía estar en el momento correcto para darle un consejo.

Nunca le dije a mi yo del pasado que era su futuro el que trataba de mejorar su futuro, o mi presente. Por el motivo que seguramente adivinarás; nunca debes interactuar con tus versiones del pasado. Es una regla básica de los viajes en el tiempo, o al menos eso me dijo la persona que me dio el cronoportador. Aunque como toda regla, está hecha para romperse.
Tenía que aprovechar al máximo mis viajes, porque eran limitados. Tenía hasta veinticinco viajes. ¿Por qué? No lo sé, supongo que es alguna regla para evitar su abuso. Después de esos viajes, el aparato se convertiría en un inútil y decorativo brazalete.
Supongo que te preguntarás, ¿cómo es que una persona como obtiene un objeto de tanto valor? Simple. Estaba en el momento correcto en el lugar correcto. Aunque a veces creo que la persona que me lo dio no pensó a profundidad las consecuencias de darme un objeto tan poderoso. En cuanto me lo dio, a mí tampoco me importaba.

Pese a ello, más tarde descubrí que deberán de haberme importado. Especialmente si iba a cambiar mi pasado o cambiar mi presente. Hice tantos cambios en el tiempo que al final, el tiempo colapsó.

Un día me levanté y dinosaurios devoraban tranvías llenos de gente, naves voladoras surcaban los cielos junto con aviones de la Segunda Guerra Mundial. El futuro y el pasado se habían comprimido en el presente. Tardé un tiempo en comprender lo que veía, pensé que era una broma. Pero tenía que ser una muy buena broma, porque todos parecían participar en ella, excepto yo. Para la gente era natural salir y ver a un grupo de cavernícolas cazar unos extraños felinos plateados, o viajar en trenes más viejos que mi abuelo que se desplazaban sobre rieles de un acero tan ligero como el aire. El mundo parecía adaptado a esa realidad tan extraña. Traté de hablar con mis conocidos, algunos ni siquiera existían, otros existimos como sus versiones del pasado o del futuro y otros eran los que conocía, pero ninguno de ellos recordaba un mundo diferente. Incluso llegué a encontrarme con versiones de mi pasado.

Traté de escapar viajando en el tiempo, pero no pude. Viajar al pasado me llevaba a este tiempo y viajar el futuro también. Estaba atrapado.

He pasado los días buscando una solución. No soporto vivir en esta realidad. Sólo una solución parece ser la más sensata. Matarme, aunque no a mi. Si no una versión de mi pasado que no haya tenido el cronoportador. Lo encontré hace dos días en la antigua casa de mis padres, es mi versión de cuando tenía quince años. Camina por las calles sin saber que el mundo no es lo que debería. Es mi mejor plan, tal vez si asesino a mi versión del pasado, pueda evitar que viaje en el tiempo y así colapsar el tiempo. O tal vez, simplemente muera. En cualquier caso, me libraré de este mundo tan extraño.

No sé que me impulsa a escribir esta carta de despedida. No creo que alguien me extrañe o me recuerde, incluso dudo que la carta continué existiendo después de mi desaparición. Ya que técnicamente no podría escribirla, porque no existo.

Así que si estás leyendo esta carta, es probable que haya fracasado y no haya arreglado el tiempo o tal vez, tuve éxito. Aunque nadie recuerde el tiempo en el que el pasado y futuro colisionaron.

Por eso te pido que, en caso de que la encuentres y el tiempo esté transcurriendo de forma adecuada, publiques esta carta. No lo hago por los reconocimientos, porque no creo que alguien crea está historia. Te lo pido porque esta carta es la única muestra de que alguna vez existí.

Gracias por leerme quienquiera que seas.


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