Capítulo 5   Christmas is the time to say I love you   (~_~;) Y sólo eso te dijo? El mensaje de Lau brilló en la pantalla. Adr...

Christmas Lights

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Capítulo 5

 

Christmas is the time to say I love you

 


(~_~;) Y sólo eso te dijo?


El mensaje de Lau brilló en la pantalla. Adrián había terminado su relato de lo que había pasado la noche pasada. No demoró mucho en responderle sus dedos danzaron con rapidez en la pantalla táctil.



Si 
No me ha dicho nada desde esa vez, 
hasta lo acompañe a la parada y solo se despidió y ya 
Hasta más tarde me envió un mensaje de 
que había llegado bien y tampoco 
me ha dicho nada desde aquella vez 
Crees que lo arruine?



Adrián se encontraba en su habitación, eran las tres de la tarde. El clima, contrario a lo que muestran las películas, no parecía compartir el humor de Adrián, ya que se encontraba completamente soleado y el cielo exhibía unas esponjosas nubes blancas. No obstante, el frío de diciembre se colaba entre los resquicios de las ventanas.



Su habitación era espaciosa, una pesada cama de roble ocupaba su centro y una pantalla plana se contraponía en su muro contrario. Sobre un escritorio descansaba una computadora gris junto con una lámpara blanca, en los muros se encontraban pegados pósters de películas y videojuegos. En el suelo, algunos zapatos y prendas se lamentaba no haber podido llegar al ropero al fondo de la habitación. El chico se encontraba recostado en su cama, un libro con un calcetín a modo de separador se encontraba a su lado. Había intentado leer, pero no podía distraer su mente de todo lo que había pasado ayer. Continuaba recriminándose muchas de las cosas que había hecho. Confiaba en que Lau le ayudará a entender que tal vez eran idas suyas y que las cosas saldrían bien.

La respuesta de Laura llegó acompañada de un zumbido.

No lo arruinaste 
Necesita tiempo para 
entenderlo ^_^ 
Te hablara cuando este listo

El mensaje tranquilizó a Adrián. Esperaba que pasado un tiempo Daniel volvería a dar señales de vida, anhelaba que así fuera. Apenas había pasado un día, desde su accidentada declaración, todavía era muy temprano para sacar conclusiones.

Sin embargo sus temores no eran infundados, como más tarde descubriría y Laura también compartía sus temores, pero a diferencia de él tenía bases para creerlos ciertos, pese a ello prefería no decírselo a Adrián, no quería desanimarlo. Ella suponía que Daniel se había enamorado de Adrián con la intención de olvidar a su ex, pero cuando se dio cuenta que Adrián le había correspondido, tuvo miedo porque no sabía si eso era lo que realmente quería. Sí, el amor es algo complicado.

Días después, el silencio comenzado por Daniel continuaba y cada vez a Adrián le costaba más trabajo convencerse de que no debía presionarlo, él le llamaría cuando estuviera listo para darle una respuesta. Podía contener el impulso de enviarle mensajes o llamarlo, pero no podía contener el impulso de revisar cada instante su teléfono a la espera de un mensaje que nunca llegaría.

—¿Sigue sin contestarte? —le preguntó Circe una vez mientras desayunaban.

Adrián levantó la mirada de su teléfono celular y la observó con desgana.

Ya habían pasado casi una semana y faltaban tres días para la víspera de Navidad. Adrián desayunaba junto con sus hermanos. Ellos estaban sentados en el enorme comedor de roble con sus platos ya vacíos, le habían dicho a H (su mayordomo) que ellos recogerían sus platos. Las estanterías del mismo material llena de porcelana los acompañaban en silencio.

—Probablemente le dijo que tenía que pensarlo —dijo Rubén con un encogimiento de hombros.

Aquí debo de hacer una pausa para presentarles, a su hermano menor, que nos ha eludido por cerca de cuatro capítulos. Rubén era un chico de quince años cuyos rasgos delicados podían hacer que algún incauto con confundiera con una niña y su cabello largo y negro no ayudaba a aclarar la confusión. De los tres era el más callado y era el menos impulsivo. Muchas veces le costaba expresar apropiadamente sus ideas. A Circe siempre se le dificultaba entenderlo, pero tampoco ponía mucho esfuerzo en ello, por el otro lado, para Adrián era fácil entenderlo aunque fueran atropelladas sus palabras.

—¿Ustedes saben lo de Daniel? —preguntó Adrián.

—Tendríamos que estar ciegos para no saberlo —replicó Circe—. Te conocemos, lo sabemos desde que comenzó. Incluso suponemos lo que pasó el sábado pasado, es tan evidente como un elefante en una sala.

Sus hermanos no sabían la historia completa entre Daniel y él. No se las había contado, había estado tan ocupado con Daniel que no había tenido tiempo ni cabeza para contárselas y el tono dolido en las palabras de Circe se lo confirmó, no le gustaba ser apartada y más tratándose de un tema tan importante como el corazón de Adrián.

—¿Cómo meterías un elefante en la sala? —inquirió Rubén.

—Pues rompes el muro lo metes y después reconstruyes el muro —explicó Circe con naturalidad.

Como te habrás dado cuenta, para ellos era muy fácil distraerse con algún tema de interés académico, al menos esa era la excusa que Circe siempre usaba.

—Tienes razón —le dijo Adrián a Rubén sin interés alguno en casas y elefantes—. Me dijo que lo pensaría.

A Adrián le intrigaba que Rubén conocía lo que le había dicho Daniel, no sospechaba que lo había estado espiando, seguramente lo había deducido. Rubén podía llegar a ser muy observador, si no olvidaba los detalles.

—¡Brujo! —exclamó Circe refiriéndose a Rubén—. Yo pensé que te había dicho que no quería salir contigo.

—Pues no me contesta —dijo Adrián—. Así que es casi lo mismo.

—Hay una enorme diferencia entre decirte que no —le explicó Circe condescendiente—, y darte a entender que no, pequeño saltamontes.

—Pero...

—¿Te dijo que no? —interrumpió Circe—. ¿De su boca salió un no?

—No.

—Entonces no puedes asegurar nada —declaró Circe enérgica—. Mientras no te diga que no, no hay problema. Lo que deberías hacer es ir a buscarlo y pedirle una respuesta. A menos que seas feliz así, total, ya aceptaste su no.

—¿Y dónde lo encuentro? —preguntó Adrián.

—Sabes dónde vive —dijo Circe con una sonrisa confiada.

—No.

—Mientes, humano —exclamó ella y lo señaló con el dedo—. Te conozco y sé que en cuanto tuviste oportunidad lo seguiste hasta su casa.

—Bueno, sí —admitió Adrián avergonzado—. Pero fue para asegurarme que llegara bien a su casa.

En la cita que ocurrió en el último día de clases y cuando Adrián había perdido su corazón por completo. Adrián lo había seguido con la maestría de un cazador, no perdió ningún detalle y evitó que Daniel notara su presencia. Hasta se aseguró de no verse sospechoso y llamar la atención de alguien que pudiera advertirle a Daniel que lo seguían.

—Ajá —fue la incrédula respuesta de Circe—. No puedes justificarlo como quieras.

—¿En serio lo seguiste? —intervino Rubén—. Qué raro.

—Pero no sé si estoy listo para escuchar su no —se excusó Adrián.

—Y quedarse en silencio sin hacer nada es diferente a un no —le dijo Circe—. No recordaba que fueras tan miedoso, pensé que preferías luchar.

—No es eso —dijo Adrián dolido por las palabras de Circe—. No quiero que me lastime.

—Para amar a alguien tienes que quitarte tu protección y mostrarle lo que tienes dentro, obvio que te vas a herir estando tan expuesto. ¿Qué esperabas? ¿Crees que puedes amar y no quedarte indefenso? Joyce no enseñó nada. Ahora, tienes dos opciones o mueves tu trasero y buscas al idiota de Daniel para que por fin sepas si quiere salir contigo o no; o te quedas aquí sentado y dejas de poner esa cara tan triste por algo que puedes cambiar.

El comedor se envolvió por un silencio. Tanto Rubén como Adrián estaban sorprendidos por lo que había dicho. La sorpresa de Rubén, era porque rara vez la veía tan enojada y la de Adrián era porque no esperaba un golpe tan brutal por parte de su hermana.

Adrián se levantó de la mesa en silencio y se dirigió a la salida de la casa. Su hermana le había dado lo que necesitaba para poder tomar una decisión.

Antes de que salgamos tras Adrián, creo que debemos quedarnos para ver un poco lo que ocurrió después de que salió,

—¿Vas a aceptar a Daniel? —le preguntó Rubén con calma—. Va a alejar un poco a Adrián.

—Ya lo había pensado—respondió Circe—. Pero no puedo interponerme en eso, Adrián no es mismo desde que conoció a Daniel. Ahora se ve más… feliz.

Ella continuó observando su desayuno y agregó:

—Pero si el idiota de Daniel hace sufrir a mi hermano, nos las pagará.

Los dos asintieron con la complicidad de los hermanos, en su interior confiaban en que su hermano no regresara con el corazón roto.

No pasaron más de veinte minutos desde que Adrián había salido de su casa y ya había llegado a la colonia en la que vivía Daniel. Estaba a dos calles de la casa de Daniel, en los diferentes lados de las calles había casas de diferentes formas y colores, eran muy raras las que pasaban de los dos pisos, algunas casas habían sido convertidas en pequeños negocios que iban desde talleres para bicicletas hasta pequeñas cafeterías y tiendas de abarrotes. Los automóviles se encontraban estacionados afuera de las casas.

Adrián avanzaba hacia la casa de Daniel, cuando en la esquina contraria vio a Daniel dar la vuelta. El chico corrió tras él, ya no le importaba lo que vendría, tenía que acabar con la incertidumbre que corroía la paz que alguna vez tuvo. Quería librarse de ese peso conocido como amor.

—¡Daniel! —le llamó cuando estuvo a poca distancia de él.

El otro chico lo miró y perdió el color como si hubiera visto un fantasma. Su mirada recorrió la calle como si buscara un método de escapar.

—Hola —dijo con nerviosismo—. Sobre lo del sábado… no he tenido tiempo de contestarte y…

—No importa —respondió Adrián—. Hay algo que quiero decirte.

Daniel se relajó, como un condenado al que su sentencia estuviera por ser leída. El chico había evitado a toda costa que algo así ocurriera y ahora le había explotado enfrente, Aceptaba sin quejarse lo que tendría que ocurrir.

—Ya te lo dije aquella vez —comenzó Adrián colocó su mano sobre el hombro de Daniel y cruzó su mirada con la de Daniel, éste la apartó avergonzado—. Me gustas. Entraste en mi vida con la fuerza de un meteorito y la transformaste por completo. Desde que te conocí deje de sentirme igual, nunca nadie se había incrustado con tanta intensidad en mi imaginación ni había sido el motivo de mis mejores sonrisas. Contigo tuve conversaciones que difícilmente tendré con alguien más y más que quejarme te lo agradezco. Era algo que necesitaba.

La mirada de Daniel ya había quedado atrapada en los ojos castaños de Adrián, sin embargo, había tristeza en ellos. Adrián espero unos momentos a alguna respuesta de Daniel, pero el no tenerla fue tan descorazonador como la tristeza que inundaba los ojos de Daniel.

—Pero —continuó Adrián después de entender lo que veía en los ojos de Daniel—, sé por qué me dejaste plantado, más bien por quién y no dudo que también por esa persona me dejaste esperando una respuesta. Hasta hace unos días, yo creía que podría exorcizar tu pasado y convertirlo en nuestro futuro. Me aferraba a ti pero hasta este momento, en que estoy frente a ti —pasó la mano por la mejilla de Daniel— me he dado cuenta de lo que debo hacer. Debo irme, no es lo que deseo, pero es lo que debo hacer, esto está condenado al fracaso mucho antes de que comenzara. Tú seguirás tu camino y yo el mío. Nos vemos y gracias por todo. No dejaré ir este beso que te robé.

Adrián soltó la mejilla de Daniel y se alejó. Se sentía triste, pero a la vez liberado. Había terminado todo, su corazón aunque adolorido veía esperanza en recuperarse. Contrario a lo que podrías creer, el dolor que sentía no era uno que pudieras entender, era el dolor de haberte desprendido de algo que se había fusionado con tu corazón pero que no pertenecía a ese lugar. Sabía que después de esto, ya vendría otra persona, sólo debía seguir.

Antes de que cruzara la calle, unos brazos lo tomaron por la espalda. En ese abrazo había calor y una respiración que conocía.

—Alguien me dijo que la vida es una apuesta —dijo Daniel en su oído—. Creo que tiene razón.

Adrián se giró sorprendido, ante él se encontraba Daniel con una sonrisa más grande que la de cualquier persona y cuya calidez llegó hasta el interior de Adrián.

—Entonces… —comenzó Adrián sin poder creer lo que ocurría.

—Mi pasado es algo que debo dejar atrás —interrumpió Daniel—, ahora eres mi futuro.

Los dos se fundieron en un abrazo y se besaron, el futuro se extendía ante ellos y querían disfrutarlo juntos.

Más tarde Laura sabría la feliz noticia y se alegraría, ya que ella fue la que desde un principio quiso que Daniel y Adrián salieran. Fue el regalo de navidad que quería hacerles a los dos, y ella está segura de ellos nunca lo sabrán, y espero que ustedes tampoco vayan a arruinar su anonimato. Mantengan su promesa como yo mantuve la mía de que este especial no terminaría con una cena de navidad y todos celebrando bajo el árbol. Porque he de confesar que aunque sí celebraron la navidad Daniel y Adrián, en este especial no te lo contaré, porque el tiempo de la narración ha terminado y es momento de descansar.

Descansa y no te preguntes por la moraleja de la historia porque no la hay. Disfrútala que no todo en la vida tiene que ser una lección y, antes de que me olvide….

¡Felices Fiestas!








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