—Porrima-985. Este es Zola Varska desde Spica-52. Por favor respondan. Zola aguardó unos minutos en espera de respuesta. Al no escuchar...

Mensajes que flotan en el espacio

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—Porrima-985. Este es Zola Varska desde Spica-52. Por favor respondan.

Zola aguardó unos minutos en espera de respuesta. Al no escuchar volvió a hablar al micrófono del ansible. Seguía a la espera de una respuesta. Había pasado un año desde que las comunicaciones provenientes de Porrima-985 dejaron de escucharse y comenzaba a aumentar su intranquilidad. Al inicio pensó que el silencio se debía a la tormenta de asteroides que había ocurrido el año pasado. Era posible que un asteroide hubiera dañado la antena del ansible, sin embargo, era poco probable que no lo hubieran reparado desde hace un año.

El único medio de comunicación entre Spica-52 y Porrima-985 era a través de ansible. No parecía lógico que fueran a repararlo lo antes posible si se tenía en cuenta que en unos meses comenzaría el programa para poblar la colonia espacial.

Spica-52 había sido inaugurada con la intención de funcionar como una extensión de la colonia Porrima-985, ya que en los últimos años la densidad poblacional de Porrima-985 se estaba acercando al límite y se requería un nuevo espacio. Según los cálculos la infraestructura de Porrima-985 podría verse comprometida por el incremento, principalmente por la falta de espacio y en la distribución de recursos. En cuanto estuvo inaugurada enviaron a Zola como primer habitante y administrador de Spica-52. Su labor consistía en supervisar las operaciones de las unidades robóticas de mantenimiento, familiarizarse con la colonia y con su manejo. Se tenía programado que el primer grupo de habitantes llegará en los próximos meses, hasta entonces Zola era el único habitante de Spica-52.

No hubo respuesta en su segundo intento, Zola se levantó de su escritorio y atravesó su estudio hasta llegar al ventanal desde el cual podía ver el planeta Castair. Detrás del planeta estaba su luna Rolen, en la que se encontraba la colonia espacial Porrima-985. No dejaba de preguntarse qué era lo que podría haber ocurrido en Porrima-985.

—En seis años las órbitas de Spica-52 y Porrima-985 coincidirán —dijo Gail.

Pese a que Gail era la interfaz de la computadora que auxiliaba a Zola en sus tareas, su voz sonaba tan natural que muchos podrían confundirla con una persona normal. Aunque pensarían que sería una persona omnipotente porque su voz era audible desde cualquier rincón de la colonia espacial y no tenía un cuerpo. Zola siempre se la imaginó como una mujer pelirroja con lentes gruesos y unas cuantas arrugas que evidenciaban sus treinta años.

—Seis años es demasiado tarde —le respondió Zola—. El primer grupo llegará en dos meses y no sabemos si el plan original continuará o se retrasará. Además este silencio es inusual y no creo poder esperar seis años para descubrir que lo provoca.

El repentino silencio le preocupaba y le atemorizaba. No era algo que podría ocurrir en estos tiempos. La idea que un desastre podría haberle pasado a Porrima-985 aparecía en su cabeza pero hacía lo posible por evitar detenerse en ella. Él no había tenido miedo por su familia porque no la tenía, era hijo único y no se había casado. Esas dos condiciones lo habían hecho elegible para administrar Spica-52 en su primer año. No había nadie en Porrima-985 por la que le preocupara su seguridad, lo que le preocupaba era que si algo había pasado en la colonia espacial eso lo convertía en el único humano en el sistema solar.

Esa idea le sobrecogía. Trataba de imaginarse lo que representaría ser el único humano en un sistema solar, ser la única persona viva en ese lugar. Apartó esa idea con rapidez, no era posible que fuera el único ser humano en el sistema solar. Debía de haber alguien vivo en Porrima-985. ¿Entonces por qué no usaron las naves para llegar a Spica-52? Si hubiera ocurrido algo, podrían haber llegado a Spica-52, era un lugar seguro y sin problemas. Tenía que haber pasado algo muy malo para que no hubieran tratado de huir. 
—¿Quieres que prepare una nave? —le preguntó Gail—. Podrías ir a investigar y sacarte de dudas.

—¿Y qué mientras esté fuera aparezca una nave? —replicó Zola—. No puedo abandonar el lugar. No sabemos lo que pasó allá. Tal vez no pasó nada y estamos por recibir a los nuevos habitantes, tal vez pasó algo y hubo personas que pudieron escapar y vienen aquí esperando ayuda. Sólo podemos esperar.

—Entendido —dijo Gail—. Seguiremos a la espera de respuesta.

—En la tarde continuaremos con nuestros esfuerzos. Por favor, muéstrame los detalles de la última revisión.

En la ventana aparecieron gráficas y números. Zola ocupó su mente en revisar la información sobre los sistemas de la colonia espacial, revisó cada de uno buscando alguna anomalía que le mostrará la posibilidad de un fallo que necesitará ser reparado cuanto antes. Vació de su mente cualquier pensamiento sobre el destino de Porrima-985, se preocuparía por ello cuando tuviera que volver a llamar. Por el momento no era necesario pensar en que tal vez estaba solo y que tal vez estaba esperando en vano una respuesta. Haría todo lo posible por alejar esa idea de su cabeza.


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Historias escritas por Alejandro Galindo. Con tecnología de Blogger.