Llegó el día en el que decidió decirle al príncipe lo que sentía. Le dijo cuánto le gustaba y las aventuras que quería vivir a su lado. E...

El demonio y el príncipe. Parte II

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Llegó el día en el que decidió decirle al príncipe lo que sentía. Le dijo cuánto le gustaba y las aventuras que quería vivir a su lado. El príncipe lo escuchó pacientemente antes de responder.
“Es agradable saber lo que sientes por mí, pero no busco a nadie por el momento. Eres un buen amigo y no quiero perderte. Mejor sigamos como amigos.”

Las palabras del príncipe explotaron en miles esquirlas de cristal que se clavaron el corazón del demonio. A pesar del dolor, el demonio aceptó seguir siendo amigo del príncipe. Confiaba en que, con el tiempo, sus sentimientos serían correspondidos.

“No tienes futuro con él” le susurraba su sombra. “Los demonios no merecen finales felices”.

Cada día desde que el príncipe y el demonio quedaron como amigos, la sombra del demonio le recordaba que estaba persiguiendo una vana esperanza. El príncipe nunca lo querría como él lo quería. El demonio no tardó en pensar que tal vez su sombra le decía la verdad. Nunca serían más que amigos.

El demonio decidió tratar de alejarse del príncipe para dejar de engañarse, pero le era imposible, anhelaba la compañía del príncipe más a que nada en el mundo. No le importaba que sólo fueran amigos; quería verlo sonreír, quería estar a su lado, aunque fuera por tan sólo unos instantes.

Poco a poco el príncipe dejó de tener tiempo para ver al demonio. Muchas de sus actividades como príncipe lo absorbían quitándole su tiempo libre. Sólo tenían los mensajes de fuego para comunicarse y esos también con el tiempo se volvieron menos frecuentes. La sombra se regodeaba en ello y no dejó de herir al demonio, recórdandole lo que era.

El demonio quiso ver una vez más al príncipe y le envió en mensaje de fuego invitándolo a salir. Pero el príncipe le dijo que ya no podía. Estaba por salir a un país lejano y no estaba seguro cuando regresaría.

Algo dentro del demonio se rompió. Su corazón, anteriormente herido por las palabras del príncipe, se destrozó. Se repetía que algún día regresaría, aunque ya sabía que había perdido al príncipe para siempre. Su historia había acabado.

Nunca supo el momento exacto en el que el príncipe se fue a ese país lejano. La luna fue la quien le dijo que lo había visto en otro país. 

“Debes seguir con tu vida” le aconsejaban un roble bastante viejo. “Lo perdido, perdido está”.

El demonio trató de hacerle caso y no obtuvo buenos resultados. No podía olvidar al príncipe por más que lo intentare. Le bastaba visitar los lugares que antes frecuentaban para que una oleada de recuerdos lo golpeara y cada día era más triste porque no podía verlo.

Le enviaba mensajes de fuego para tratar de mantener contacto con él. Pero no siempre eran contestados. La desesperación se apropiaba del demonio. Pensó en regresar a sus antiguos hábitos de destrucción con tal de librarse del recuerdo del príncipe, pero no quería olvidar lo que le había hecho sentir el príncipe.

Enviarle mensajes de fuego al príncipe se volvió una costumbre inconsciente para el demonio. Ya no le importaban si eran respondidos o no. Los enviaba para dejar de sentirse vacío.

Finalmente uno de sus mensajes obtuvo una respuesta que no esperaba. El príncipe le dijo que estando lejos de él, se había percatado que era la única persona que siempre se había preocupado por él. Después le dijo al demonio que le gustaba y que le compensaría sus atenciones cuando regresara.

Ese día, el demonio no pudo dormir. Su alegría era tan grande que ignoró los comentarios insidiosos de la sombra que buscaban amargar su felicidad. Todos los días enviaba mensajes de fuego al príncipe y las conversaciones regresaron a ser como antes. El demonio era feliz, por fin eran correspondidos sus sentimientos. Sólo tenía que esperar a que el príncipe regresara.

Los días pasaron y el príncipe seguía sin ponerle fecha a su regreso. El demonio sabía que era porque el príncipe feliz en dónde estaba y eso no le molestaba, de hecho estaba feliz por el príncipe, aunque también sentía tristeza porque no podía acompañarlo en su felicidad.

“¿No era más sencillo antes?” le preguntó en una ocasión la sombra. “Antes no estabas seguro de lo que significabas para él y podías vivir con ello. Lo hubieras superado con el tiempo. Ahora te corresponde pero no lo tienes a tu lado. Realmente, tu príncipe es muy cruel.”

“Duele esperarlo como no tienes idea” respondió el demonio. “Cada día es peor porque aumentan mis dudas de si alguna vez estaremos juntos. Pero por difícil que sea, confiaré en el futuro”.

Nadie sabe qué fue lo que pasó entre el príncipe y el demonio al final. Las estrellas que aún lo odian por intentar robarse a una de sus hermanas, decían que el príncipe nunca regresó. Día a día, el demonio dejó de sentir hasta que finalmente quedó una cáscara vacía que fue transformada en una piedra por obra del tiempo. Algunas estrellas dicen que no quedó vacío el demonio, dicen que su frustración se transformó en ira y se sumió en un ola de destrucción que únicamente culminó con su propia destrucción.

La luna más compasiva con el demonio porque sabía por lo que había pasado, dice que después de muchos años el príncipe regresó y que juntos fueron los seres más felices de la tierra.

Hay otra versión, que es la que cuentan los árboles del bosque, los árboles dicen que el demonio no pudo esperar más tiempo y fue a buscar al príncipe. Después de ello se vieron continuamente y hasta mucho tiempo después, finalmente estuvieron juntos.


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