Hace mucho tiempo, en una época olvidada por los hombres pero que las estrellas disfrutan recordar en cada una de sus danzas nocturna...

El demonio y el príncipe. Parte I

/
0 Comments



Hace mucho tiempo, en una época olvidada por los hombres pero que las estrellas disfrutan recordar en cada una de sus danzas nocturnas, vivía un demonio.

El demonio no había nacido así, antes había sido un joven hechicero con habilidades que sorprendían a sus iguales. Podía crear castillos de cristal con un movimiento de sus manos, con un susurro suyo las nubes grises de tormenta se diluían. Tanto reyes como plebeyos acudían a él por ayuda, la cual no negaba a menos que hubiera fines injustos detrás de las peticiones.

Cierto día se encaprichó con una estrella. Deseaba la estrella para sí y estuvo dispuesto a hacer todo lo que estuviera a su alcance para hacerla descender. La justicia por la que antes era conocido palideció a medida que cometía más actos terribles para obtener su deseo.

Al final la estrella descendió, pero no fue para estar a su lado. Consciente los crímenes que había cometido el hechicero para hacerla bajar lo maldijo:

“Tu lengua de mentiras siempre estará llena, la destrucción será lo único que saldrá de tus manos, desde ahora tu exterior e interior serán iguales y la piel de un demonio vestirás ”.

Una vez la estrella pronunció su maldición, el hechicero se transformó en un demonio de alas correosas y cuya sombra siempre le recordaría lo que era.

Desde ese día el hechicero vagó por el mundo como un demonio. Llevando destrucción a dónde fuera. Era la forma de vengarse del mundo por la maldición impuesta por la estrella. Pronto el mundo aprendió a temerle y el disfrutaba de ese temor. Los gritos de la gente al verlo acercarse eran lo que ponía una sonrisa en su rostro.

Después de un tiempo dejó de sentir satisfacción en la muerte y destrucción que causaba. Se dio cuenta de lo solo que estaba. Los que fueron alguna vez sus amigos lo habían abandonado temerosos de la destrucción que podría causar. Fue en ese momento cuando comprendió las consecuencias de la maldición de la estrella y por primera vez, en mucho tiempo, la naturaleza vio a un demonio llorar. 

Un día, mientras paseaba por un bosque se encontró con un príncipe. Nunca en su vida había visto una persona tan hermosa; su sonrisa era como si miles de soles explotarán en un instante, en sus ojos la vitalidad se desbordaba. Al instante el demonio quedó cautivado.

“No es para ti” le recordó su sombra. “Tú eres un demonio y nunca podrás obtener una sonrisa de él.”

El demonio decidió ignorar a su sombra y se acercó al príncipe. Temía que el príncipe huyera, pero para su sorpresa, el príncipe no se asustó, de hecho lo recibió con curiosidad. El príncipe fue el primero en dirigirle la palabra, le preguntó quién era. El demonio le respondió que era un simple demonio que paseaba por el bosque y que al verlo había sentido deseos de acercarse para aliviar su soledad. El príncipe conmovido por las palabras del demonio le pidió que lo acompañará mientras regresaban sus sirvientes que habían salido a cazar.

Pasaron el resto de la tarde platicando y para cuando regresaron los sirvientes con venado, el demonio estaba seguro de algo. Su corazón ya no le pertenecía.

Después de esa tarde el demonio y el príncipe se siguieron viendo. El demonio descubrió que mientras estaba con el príncipe le era más fácil rechazar su naturaleza demoníaca. Podía crear y podía decir la verdad. A su lado recordaba la persona que era antes de que la estrella lo maldijera.

Ya que no podían verse todos los días, el demonio le enseñó al príncipe a enviar mensajes de fuego para estar siempre en contacto. Sus conversaciones comenzaban cuando las estrellas desaparecían del firmamento y terminaban cuando la luna ya se mostraba somnolienta. 
Con el pasar del tiempo los sentimientos del demonio crecían. Su sombra constantemente le recordaba que sus sentimientos no serían correspondidos porque nadie ama a un demonio. Los demonios destruyen, no pueden amar ni ser amados.


You may also like

No hay comentarios.:

Historias escritas por Alejandro Galindo. Con tecnología de Blogger.