El hechicero observaba el sendero de tierra que se extendía hasta el horizonte y se perdía en la curvatura de la tierra. El sol de la ta...

Miércoles de Minirelatos: El hechicero y su sombra

/
0 Comments
El hechicero observaba el sendero de tierra que se extendía hasta el horizonte y se perdía en la curvatura de la tierra. El sol de la tarde caía a su derecha, alargando las sombras de los árboles que franqueaban el sendero. No sabía si era mejor comenzar a moverse o esperar a que la luna saliera para saludarlo.



—Aún falta mucho trecho ¿no? —preguntó una voz tan conocida para él, una voz que se deslizaba con la suavidad aterciopelada de la noche.

—Cuánto tiempo oírte —saludó el hechicero a su sombra, una sonrisa cruzó sus labios—. Pensé que nunca volverías.

—Nunca te abandonaré —le respondió la sombra con el susurro de las alas de un murciélago—. Tú eres la luz que desaparece la desesperación y yo soy la obscuridad que devora la esperanza. Así como no puedes separar las caras de una moneda, tampoco nosotros podemos separarnos.  Sólo permanecí silencioso mientras te recuperabas de tus heridas.

—Gracias por esperar —le dijo el hechicero—. Al final era demasiado para seguir fingiendo que todo estaba en orden, tenía que tomar un respiro y esperar que las cosas se recuperarán por su cuenta, aunque al final, no todo fue como antes.

—Eso está bien. Las cosas que no cambian son aburridas y están condenadas al olvido, todo debe cambiar, aunque eso implique que las cosas deban romperse. Aún así veo que creciste y ya tienes la capacidad de controlarme. Menos mal, porque ahora el camino se pondrá más difícil.

El hechicero apartó la mirada de su sombra y oteó el sendero. Las sombras continuaban su avance por la planicie, el sol teñía el cielo de tonos anaranjados. Tonos morados que salían del horizonte anunciaban la inminente llegada de la noche.

—Falta mucho por recorrer—replicó el hechicero—. Pero aún así no me detendré, sin importar lo que tenga que perder o lo que vaya a ganar, seguiré avanzando hasta que llegué al final.

—¿Aunque ese final signifique la muerte? —inquirió la sombra con un tono gélido.

—Todos los caminos conducen al mismo destino. No importa que tan rápido lo recorras o que tan lento, tampoco si lo recorres a pie o montado en un dragón, la muerte siempre estará esperándote con la sonrisa de un amigo que tiene tiempo sin verte.

—¿Tampoco te preocupa el precio que debas pagar?

—No trates de disuadirme, porque no lo lograrás —le recriminó el hechicero de manera juguetona—. Tenemos que estar siempre en movimiento, no podemos quedarnos en algún lugar. Si lo hacemos sufriremos más.
—¿Nunca has tenido ganas de quedarte en algún lugar?

—Tú ya sabes la respuesta, muchas veces lo he querido pero la alegría que encuentro se marchita después de un tiempo. Es una de las principales razones por la que me voy, espero encontrar algún día la forma de detener lo volátil. Supongo que ese es uno de los motivos por los que continúo avanzando sin importar las heridas o las pérdidas, tengo la esperanza de que en algún lugar está, lo que atará al tiempo.

—Entonces, vámonos —le ordenó la sombra—. Tenemos mucho camino que recorrer. En definitiva, maduramos los dos.


You may also like

No hay comentarios.:

Historias escritas por Alejandro Galindo. Con tecnología de Blogger.