Mi vida comenzó como la de cualquier otra chica normal; con padres amorosos, y rodeada de amigos, con novio y todo lo que una chica normal d...

Despertar

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Mi vida comenzó como la de cualquier otra chica normal; con padres amorosos, y rodeada de amigos, con novio y todo lo que una chica normal debería tener. Esta vida me parecía ordinaría y aburrida pero ahora desearía que mi vida siguiera siendo de ese tipo.
Todo cambio una oscura noche de septiembre, la luna mostraba su blanco rostro en todo su esplendor. Caminaba hacia mi casa después de una fiesta, había asistido con unas amigas pero la fiesta me había aburrido demasiado y me salí sola. La fiesta se había celebrado a unas cuantas calles de mi casa así que caminé hasta llegar a una calle donde el alumbrado público parecía haber dejado de funcionar, esto no me atemorizó. No se habían reportado crímenes en el lugar por donde vivía, además el pasar por esa calle me permitía evitarme un largo trecho hacia mi casa y no estaba totalmente oscuro, aún la luna iluminaba mi camino, sin olvidar la luz que daban las ventanas de laguna casa..
Sin aviso alguno una nube se colocó enfrente de la luna, y la calle se oscureció, aún se veía luz salir de las ventanas de la casas de esa calle pero al adentrarme en la calle comencé a sentir miedo, tenía la sensación de ser perseguida por alguien. Me giré para ver si podía descubrir a lo que me seguía, pero no alcanzaba a notar algo. Seguí mi camino, aunque aumente la velocidad de mi paso, el no haber visto nada no me tranquilizaba, al contrario me asustaba aún más.
Me pareció escuchar un ruido a mis espaldas y giré una vez más para identificar la fuente, al igual que la vez anterior no descubrí nada. Ya había comenzado a asustarme, así que corrí, sin dejar de consultar a mis espaldas. De repente choqué contra un muro, o al menos eso pensé, el impacto me hizo caer al suelo. Desde ese punto trate de ver con lo que había chocado, y descubrí que en lugar del muro había un par de piernas. Seguí viéndolas hasta que en mi campo de visión se vislumbró una mano blanca, alcé la mirada y descubrí que un joven de hermosas facciones me ofrecía su mano para levantarme. La tomé, mientras murmuraba un “gracias”; para mi sorpresa la mano se sentía como si tocara hielo, el joven me ayudo a levantarme y yo traté de separar mi mano de la suya, cuando noté un destello rojo en sus cafés. Eso me asusto y trate de separar mi mano pero solo sentí como la apretaba con más fuerza, después me jaló hacia él y yo trate inútilmente de resistirme pero me jalo como si fuera una simple muñeca. Me abrazó y en ese momento descubrí sus colmillos blancos y puntiagudos, sentí como sus colmillos atravesaban mi cuello y después todo se volvió negro.
Desperté en mi cama, mis padres se encontraban a mi lado preocupados, se alegraron al verme despierta.
—Pensamos que habías muerto —dijo mi mamá, con lágrimas en los ojos. — Dejaste de respirar y no tenías pulso…
—Tengo sed —murmuré
—¿Qué dijiste? —preguntó mi papá
—¡TENGO SED! —grité mientras me abalanzaba sobre él.
Cayó de espaldas conmigo encima, con salvajismo desgarre su garganta con mis colmillos, un extraño frenesí me invadía y comencé a lamer la sangre que salía de su herida, mi papá intentó gritar pero solo hacía salir más sangre de su garganta. Mi mamá se recupero del shock de haber visto esa escena y comenzó a gritar. Sus gritos me taladraban los oídos y decidí silenciarla, con furia tome su cabeza y la aplasté dentro de mi mano, oí el crujir de su cráneo, fue tan sencillo como aplastar una lata de refresco. Sentí salir su sangre de los lugares donde los fragmentos de hueso habías desgarrado la carne.
Lamí mi ensangrentada mano, y después lamía la sangre que se encontraba en los cuerpos de mis padres para cuando termine, la sed se había calmado, pero había aparecido algo nuevo. Un sentimiento de culpa, contemplé los cuerpos mutilados de mis padres y sentí dolor, la sangre que aún tenía en mi boca me dio nauseas. Me acerqué a la ventana de mi cuarto y corrí las cortinas el sol se disponía a salir. Me senté en mi cama y esperé la llegada del sol, estaba segura de que el fuego del sol acabaría conmigo y con mi crimen.


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