A partir de ahora mi inocencia ha muerto II Narumi salvó los últimos escalones de un salto, su descenso fue tan grácil que si Cir...

War: Episodio 18

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A partir de ahora mi inocencia ha muerto II


Narumi salvó los últimos escalones de un salto, su descenso fue tan grácil que si Circe no la detestara se lo hubiera admirado. En el mismo instante en que sus pies habían tocado el suelo, la katana de Narumi abandonó su vaina, acompañada del murmullo del acero al deslizarse. 


La hermana de Adrián introdujo su mano en la bolsa que llevaba atada al muslo, con un movimiento veloz e imperceptible extrajo dos pequeñas navajas que escondió en su manga. 

—¿Preparada? —le interrogó Narumi, una mirada cargada de confianza. 

Ella no pudo evitar sentirse irritada por su mirada y por la forma en que la señalaba con la katana. Al final agradeció que Adrián no pudiera intervenir, iba a disfrutar el pisotear el orgullo de la chica gato.
—Cuando quieras —le invitó Circe con una enigmática media sonrisa. 

Narumi se lanzó con una estocada. Para Circe fue fácil moverse a un lado y la katana cortara el aire, ella ya había leído el movimiento desde el pie derecho de Narumi comenzaba a moverse para darle apoyo a su estocada. 

Sabiendo que su golpe no había acertado, la chica de las orejas de gato trató de hacer un nuevo ataque que fue evadido con la misma facilidad. Su sonrisa de superioridad se iba desvaneciendo con cada golpe fallido, y una irritación creciente comenzaba a invadir sus facciones. Trató de sorprenderla al tratar de golpearla con el codo en lugar de la katana, esperaba sacarla de balance, pero para su desagrado Circe lo evitó retrocediendo de un salto. 

La chica de la katana le lanzó una patada que buscaba golpear el estómago de Circe, pero ella lo evitó al moverse a un lado. En respuesta, Narumi le lanzó un corte horizontal con la katana. Circe se agachó para evitar la katana, ésta produjo un silbido al golpear el vacío. 

Circe sólo iba ganando confianza con cada golpe esquivado, ella sabía la desesperación que comenzaba a invadir a su oponente. Después de unos cuantos minutos, comenzaba a sentirse aburrida, su adversaria se había vuelto tan predecible que ya no era tan difícil adivinar sus movimientos. Consideró que lo oportuno ya era acabar con el juego. 

No disfrutaba matar. Odiaba tener que hacerlo. Mas ella sabía que no tenía otra opción. Narumi era un obstáculo que la alejaba de Padre, la persona que le había regresado el futuro que la Hermandad le había arrebatado. No iba a permitir que nadie le quitara lo que ella apreciaba y si eso significaba hacer lo que más odiaba estaba dispuesta a soportarlo. Su familia era más importante que cualquier cosa. 

Cuando Narumi le lanzó una estocada, ella se deslizó a su lado con rapidez. Mientras evitaba el golpe, clavó una navaja en la parte posterior del muslo derecho de la chica. Su oponente detuvo su ataque a la vez que profería un grito de dolor. Su pierna afectada no pudo soportar por mucho tiempo el peso de ella y se dobló. 

—Es el problema de los que usan espadas—explicó Circe mientras se acercaba a ella—. Nunca se dan cuenta que no sólo deben proteger sus brazos, sino también las piernas. 

La sangre de la herida comenzó a derramarse sobre el suelo de cantera. Circe miro la herida con curiosidad, distraídamente hundió más la navaja, su acción fue acompañada por un alarido de Narumi. 

Ésta hizo un intento por levantarse a pesar del dolor, usó la katana como apoyo para poder soportar su peso. Circe la detuvo al clavarle una navaja en su hombro. 

—No deberías hacer esfuerzos —le dijo con calma—. Te vas a lastimar más. 

Se acercó a ella y la tomó por el cabello para levantarle la cabeza, con lentitud tomó otra navaja de su bolsa. Paso la navaja por el cuello de Narumi, con un movimiento rápido, sintió descender por su manola sangre que se liberaba del cuerpo de la chica gato.  



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